

El próximo viernes se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Osvaldo Soriano, el autor mas leído en las ultimas décadas. Escritor y periodista, con una acida mirada de la sociedad argentina, supo contar desde la ficción las crisis políticas y los enfrentamiento que el país vivió, en lo que se conocen como “los años de plomo”.
En su libro No habrá mas pena ni olvido, publicado en 1982, el autor ubica a sus personajes en un pueblito de la provincia de Buenos Aires, Colonia Vela, donde dos fracciones antagónicas del peronismo intentan resolver sus disidencias en un enfrentamiento armado que deriva en tragedia. La violencia estalla cuando el intendente Ignacio Fuente, perteneciente a Tendencia Peronista es acusado de “Marxista comunista” por el comisario del pueblo, la CGT local, el presidente del Partido Peronista y civiles armados. El delegado Municipal intenta resistir en el edificio municipal, pero el ataque se produce y deriva en una violencia inaudita
En la excelente película que realizo Héctor Olivera sobre la novela de Soriano, el comisario del pueblo interpretado por Rodolfo Rani ordena: “Hay que copar la municipalidad”. “La orden partió de San José, el Mateo es marxista- comunista”, sentencia Lautaro Murua personificando al intendente de ese pueblo.
Ahora bien, este jueves 24 de enero, en Mar de Ajo, la orden de “copar” partió de una mujer, anónima para algunos. Textualmente se escucho en las redes. “ Acá los trozkos nos ganaron de mano y organizaron una movida, como a tres cuadras de donde nos íbamos a juntar, les mando la ubicación porque están los compañeros acá, hay que coparla”
La violencia política que sabía condensar Soriano otra vez brotada, ahora en un pueblo costero. A poco mas de un año del ataque de los “copitos” a la vice presidenta, la derecha macarthista ataca de nuevo. Esta vez, con una violencia dialéctica que por poco no se tradujo en tragedia.
Tal vez la realidad nos de otra oportunidad a los argentinos, como sociedad, ojala asi sea, aunque parece ser que los fantasma de la violencia que todos queremos rechazar, pero que nadie puede olvidar, aparece, de nuevo, asomando la cabeza.
Quizás el espectro de Soriano estuvo haciendo piruetas sobre el barco de San Martin, con una libreta de apuntes en la mano, mirando como los argentinos estuvieron a punto agredirse de nuevo. Una banda de derecha patética, de dos o tres integrantes con banderas argentinas, atacando, en un tranquilo pueblo costero a otros con banderas rojas en el transcurrir de un acto de protesta tan pacifico como legitimo. Izquierdas o derechas, peronistas o marxismo, una vieja lucha fratricida a punto de ser traída de nuevo a la calles por los nostálgicos, en pleno siglo veintiuno.
Tal vez, una antigua frase que sea cierta: “La historia solo se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Soriano ya no esta, su mágica prosa no podrá saberlo.
Por Dario Molina