Cultura | 4 dic 2023
RELATOS DEL CONURBANO
Willy | Por Laura Vidal
Laura, trabajadora social, nos acerca otro de sus relatos acerca de la cruda realidad del conurbano bonaerense.
Willy vivía en la esquina de Necol y las vías, en ingeniero budge, un barrio marcado por la masacre de muchos pibes a manos de la policia.
Las malas lenguas decían que era pirata del asfalto, profesión heredada de algún miembro de su familia.
Willy era alto, flaco, bardeado y muy verdugo. Le gustaba presumir sus aldanzas en el delito, aunque sabía que podía perder la vida o la libertad, no se detenía a pensar en consecuencias, hacerlo era de mal augurio.
Cuando salía a afanar, se lo veía muy serio, como si necesitara tener la cabeza puesta en ese hecho y no tener distracciones. No hablaba mucho, no hacia chistes. Era el único momento en el que se lo veía serio.
Willy salió a afanar muchas veces y siempre volvió. Después de cometer algún delito, se escondía por unas semanas. Creo que sabía que estaba marcado y a veces, es sólo cuestión de tiempo.
El comentario en el barrio, ese domingo, era que Willy había perdido, estaba en cana.
Solía ver pasar a su hermana con bolsas, agarrada del brazo de su mamá cuando iban a verlo a la comisaría de Pte La Noria.
Después de unos meses Willy llegó a Sierra Chica, la cárcel de los 12 apóstoles. No la estaba pasando bien, se comentaba que lo habian cagado a palos, pasaba frío y hambre. Su familia iba a verlo cuando podía porque el penal era lejísimos. Tenían que salir de madrugada, cargando bolsas para garantizarle la comida, esperar horas para ingresar, sin importar el frío, el calor o la lluvia impadiosa.
Pero Willy no aguantó, se colgó en su celda. O al menos eso le dijeron a su familia.
Es como si la vida de muchos pibes estuviera decidida de antemano.
Como si las únicas opciones posibles fueran la cárcel o la muerte y luego de eso nada.
Como si los sueños por cumplirse fueran demasiados y hubiera que arrebatarlos antes de que se concreten.
Como si los deseos llegaran a realizarse aunque no cerremos los ojos al pedirlos.
Cómo si la vida fuera justa para todos.
Cada vez que ingreso a una cárcel, lo veo a Willy en la cara de un montón de pibes.