Corría el año1378 cuando en la zona de los bosques de Turingia en Alemania nacía Christian Rosenkreutz.

La pobreza obligó a sus padres, aún siendo nobles, a instalarlo en un  convento a la edad de cuatro años.

Allí adquirió profundos conocimientos del arte de curar,  ciencias, religión, latín y griego. Su tutelaje fue confiado a un clérigo, con quien emprendió un viaje hacia el Santo Sepulcro.

Llegados a Chipre falleció el sacerdote, quedando Christian librado a su suerte; el carisma del niño y sus conocimientos de las artes de curar, eran de tal magnitud que pronto ganó la simpatía de los vecinos, entre ellos una cofradía de discípulos de San Bernabé, quienes le dieron protección, lo iniciaron en la sabiduría de su mentor y lo pusieron en conocimiento de las maravillas de que eran capaces unos sabios residentes en Damcar.

De esta forma, se dirigió a esta ciudad donde arribó a la edad de 16 años. Allí los sabios  lo recibieron como a alguien cuya llegada esperaban desde hacía mucho tiempo. Le llamaron por su nombre y  le mostraron que conocían numerosos secretos del convento donde había crecido. Permaneció tres años, aprendió kabalá, el idioma árabe, astrología, física y  matemáticas.

Viajó a Egipto donde perfeccionó sus nociones de la flora, la fauna y el poder curativo de las plantas.

De allí pasó a Fez, ciudad que concentraba un enorme conocimiento de matemáticas, física y magia, debido a las reuniones anuales que convocaba a sabios del mundo árabe y de todo el continente africano.

En Fez permaneció dos años en los que realizó un profundo trabajo interno descartando fantasías y supersticiones e incorporando los conceptos legítimos. Consolidó su fe, que sintetizó en el  pronunciamiento:

“Al igual que cualquier semilla contiene por entero el árbol o el fruto que aparecerá dichosamente en el momento oportuno, el microcosmos encierra íntegro al Gran Número. La religión, la política, la salud, los miembros, la naturaleza, la lengua, la palabra y los actos del microcosmos están en acuerdo musical y melódico con Dios, con los cielos y con la tierra”.

Partió entonces hacia España con el pensamiento que los hombres de ciencia de Europa recibirían con  profundo regocijo los conocimientos que llevaba. Discutió con ellos las mejoras que admitían sus artes, explicó cómo a partir del estudio de experiencias del pasado se podían sacar signos seguros concernientes a los tiempos venideros, sobre los caminos a seguir para corregir las imperfecciones en las religiones  y en la filosofía. Les enseñó plantas, frutos y animales nuevos. Puso a su disposición una metodología irrefutable que permite resolver enorme cantidad  de  contrariedades.

Contrariamente a sus expectativas, todo lo encontraron ridículo, tratándose de asuntos desconocidos temieron comprometer su reputación  y a confesar errores pasados.

Tras realizar numerosos intentos de difundir sus experiencias y conocimientos, mayormente con malos resultados, su desengaño fue enorme. Regreso a su Alemania natal donde durante cinco años meditó sobre filosofía y sus viajes; concluyó en que era necesario fundar una sociedad de hombres éticos, bondadosos y sabios con el fin de “erradicar el sufrimiento de la humanidad”

Decidió comenzar la empresa por sí mismo en compañía de un pequeño grupo de colaboradores. Con este fin invitó a tres de los hermanos del  convento en el que fue educado e hizo que los tres contrajeran  un compromiso supremo de fidelidad, diligencia y silencio.

Así, estas cuatro personas establecieron el primer núcleo de la Fraternidad de la Rosa Cruz.

Los seis conceptos formulados en aquella oportunidad sirvieron para cimentar las bases de la Fraternidad para gloria y honor de Dios, las cuales son:

1. Prohibición de recibir beneficio alguno por la transmisión del saber

2. Prohibición de llevar hábitos especiales, por el contrario, adaptarse a las costumbres locales

3. Obligación para cada hermano de sincerarse cada día.

4. Obligación para cada hermano de buscar una persona de valía que pudiera sucederle en caso necesario.

5. Los signos Christian Rosenkreutz deben servir de sello, sigla y emblema.

6. La hermandad deberá permanecer secreta.

Tengamos por seguro que el encuentro de estas personas, escogidas entre las más sutiles de cada época es obra del Espíritu Celeste  y  que desarrollan su tarea en la sociedad en la más perfecta concordia, en una discreción total y de la forma más caritativa.

Hasta aquí transcribí un resumen del capítulo ANTECEDENTES: 5- LA FUNDACIÓN de mi libro 666 EL ÚLTIMO ATAQUE DE LA BESTIA, de reciente publicación. Espero les haya gustado y quedo a disposición por este medio por cualquier inquietud

J.M.C

José María Caracuel
Lic. en Ciencia Químicas (UBA)
Fitoterapeuta
Terapeuta Floral
Psicòlogo Holìstica

José María Caracuel reside actualmente en el Partido de La Costa y está dispuesto a aportar sus conocimientos en la materia, no sólo a través de nuestras páginas. Cualquier inquietud sobre estos temas, no dude en consultar a través del formulario de contacto (En la cabecera botón derecho).

A lo largo de casi 50 años de actuación profesional se desempeñó en la actividad privada, la docencia y el desarrollo de normas de los ámbitos nacional, Mercosur y Panamericano.

Colaboró en distintas publicaciones por ejemplo en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) y la Unión Industrial.

Publicó en total 11 libros tanto en el ámbito de ciencia y tecnología, como en el de la divulgación científica, entre los que se encuentran:

-Recopilación trilingüe de términos metalúrgicos y definiciones. Instituto Nacional de Tecnología Industrial. 1993
-Sistemas de Calidad. Su implementación. Cámara de Industria y Comercio de la Pcia. De Buenos Aires. 1998
-Diccionario trilingüe del Cobre. Instituto Nacional de Tecnología Industrial. 1999
-Pensamiento y Espiritualidad. Studio Gráfico. 2012
-Ciencia Espiritual y Ciencias Fácticas. Studio Gráfico. 2013
-Ciencia, Filosofía y Misticismo. Editorial Dunken. 2014