viernes 18 de julio de 2025 - Edición Nº2417

Locales | 17 jun 2025

CRISIS TURÍSTICA

Fin de semana largo sin turistas: la Costa Atlántica enfrenta su invierno más crudo

La falta de visitantes dejó un saldo alarmante en los principales destinos turísticos bonaerenses. El Partido de La Costa, al igual que Mar del Plata, Pinamar y Gesell, vivió uno de los peores fines de semana largos de los últimos años, en un contexto de recesión e incertidumbre.


El feriado extendido por el Día del Padre y el Paso a la Inmortalidad del General Martín Miguel de Güemes no logró revertir la tendencia: la Costa Atlántica vivió uno de los fines de semana largos más flojos que se recuerden en mucho tiempo. En localidades como Mar del Plata, Pinamar, Villa Gesell y el Partido de La Costa, la ocupación hotelera fue mínima y la actividad comercial, casi nula.

La postal fue desoladora. Calles vacías, hoteles con disponibilidad plena, y comercios que abrieron con la esperanza de trabajar, pero cerraron con pérdidas. “Fue un fracaso total”, aseguran desde el sector turístico, que ya no habla de temporada baja, sino de una crisis profunda que amenaza con hacerse estructural.

La combinación de inflación, recesión y pérdida de poder adquisitivo ha generado un cóctel letal para el turismo nacional. En el Partido de La Costa, históricamente uno de los destinos más populares de la provincia de Buenos Aires, el golpe fue especialmente duro: alojamientos y restaurantes trabajaron a un ritmo tan bajo que muchos prefieren no hacer números.

“Ya no se trata solo de pasar el invierno. El problema es que no sabemos cómo seguir. No hay consumo, no hay previsibilidad y no hay alivio”, expresan con preocupación desde las cámaras empresarias. La falta de políticas de incentivo, sumada a una demanda interna paralizada, podría dejar fuera del mapa a muchas pymes del rubro, afectando el empleo y el tejido productivo de la región.

El turismo, tradicional motor económico de las ciudades costeras, hoy se encuentra en terapia intensiva. Y sin medidas urgentes, la temporada de verano —que siempre se espera como salvación— podría no alcanzar para revertir el daño.

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