miércoles 21 de mayo de 2025 - Edición Nº2359

Locales | 28 oct 2024

MEMORIA

A 23 años de la desaparición de Darío Jerez: el llamado de su familia a la memoria y la resistencia contra la impunidad

 En un contexto donde el individualismo resurge peligrosamente, la memoria de Darío Jerez, desaparecido en 2001, se erige como símbolo de resistencia y solidaridad en La Costa. A 23 años de su ausencia, familiares y amigos se reúnen para recordar su historia, exigir justicia y reafirmar su compromiso de lucha contra la impunidad y las injusticias del presente.


El 25 de octubre, familiares y amigos conmemoraron el vigésimo tercer aniversario de la desaparición de Darío Jerez, un trabajador de La Costa que nunca volvió a su casa después de salir a trabajar aquel fatídico jueves lluvioso de 2001. En su honor, se impuso su nombre al nuevo Salón de Usos Múltiples del Cementerio General Lavalle, un espacio que, en palabras de su familia, busca mantener viva su memoria y la lucha por justicia.

A lo largo de estos años, los familiares de Darío han enfrentado el dolor de la ausencia y el silencio que ha dejado la impunidad. En esta ocasión, sus palabras resuenan no solo como un homenaje, sino como un grito colectivo frente a los discursos de odio y el individualismo que, según afirman, "generan pobreza y se parecen a los que estaban de moda en octubre de 2001". La familia de Darío llama a resistir juntos, a "juntarnos espalda con espalda", en solidaridad con los más vulnerables, y a fortalecer la memoria para evitar que la historia se repita.

La madre de Darío, Isabel Suárez, fallecida recientemente, fue un pilar en esta lucha. Según relatan sus seres queridos, Isabel jamás perdió la dulzura ni la humanidad, aún cuando declaró en el juicio por la desaparición de su hijo en 2013, siempre preocupada incluso por los hijos de los imputados. "Era todo un corazón", describen sus nietos, destacando su legado de amor y firmeza. Su partida representa una pérdida irreparable, un nuevo vacío en una familia que lleva años soportando la incertidumbre de no saber qué ocurrió con Darío.

Aquel Darío "con la sonrisa de siempre mostrando los dientes" permanece eternamente en la memoria, pausado a sus 40 años. Sin embargo, para los que quedan, el tiempo sigue avanzando y el pueblo ha cambiado. Las palabras de la familia también van dirigidas a las nuevas generaciones, a aquellos que no conocieron a Darío pero que deben entender la historia del lugar en el que viven. Como recuerdan sus familiares, la Comisión Provincial por la Memoria ha llevado el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para exigir justicia, una batalla que, dicen, seguirán hasta el fin.

Los nombres de quienes fueron enjuiciados por el encubrimiento —funcionarios y allegados al poder de aquel entonces— son recordados para que las injusticias y la impunidad no queden en el olvido. "No le desaparecieron a Darío solo a su familia, se lo desaparecieron al pueblo", afirman con determinación. Para ellos, el compromiso no se limita solo a la memoria de Darío; quieren que cada pared del pueblo se convierta en un espacio de resistencia contra la injusticia, un grito que espante a aquellos que buscan perpetuar el silencio y la indiferencia.

En un llamado final, los familiares exhortan a todos a formar parte activa de la historia. Saben que no pueden cambiar el pasado, pero están convencidos de que es posible mejorar el futuro, construyéndolo desde ahora con la memoria y la solidaridad.

Las palabras de la familia Jerez, no solo recuerdan la desaparición de Darío, sino que nos invitan a confrontar un presente en el que los discursos de odio e individualismo amenazan con borrar las luchas y el sacrificio de quienes, como Darío y su familia, siguen buscando justicia. Este acto, pequeño y simbólico, es la expresión de una resistencia frente a la impunidad y una manifestación de que, ante la oscuridad de los tiempos difíciles, la única salida es la unión solidaria.

Este llamado es mucho más que una denuncia del pasado; es una alerta hacia el futuro. Darío no desapareció solo de su familia; su ausencia es una herida que afecta a toda la comunidad. Su memoria sigue siendo un reclamo urgente que interpela a quienes luchan por un país sin desapariciones, sin injusticias. Los Jerez, con el testimonio de Isabel hasta sus últimos días, nos recuerdan que buscar justicia no es un acto individual, sino un compromiso colectivo con la memoria y la verdad.

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