Locales | 11 sep 2024
11 de septiembre
Día del Maestro, nuestro reconocimiento haciendo memoria: "La Señora de Galván"
Nuestro tributo a la docencia, en este relato de Susana Consolino que nos muestra un poquito de la historia de nuestra ciudad y referencia lo importante que puede ser un/a docente en la vida de una persona cuando este rol es ejercido con amor, responsabilidad y pasión.
"La señora de Galván" está presente en cuanta historia de nuestra ciudad se relata, en cada inauguración está presente su memoria, pasó en el cincuentenario del Jardín de Infantes 901 y de la Escuela 1 (ayer escuela 3 como cita en su relato Susana), pasó en la conmemoración de los 30 años del Centro de Jubilados San Clemente del Tuyú, y pasa a diario en cualquier charla de amigos donde la gente hace memoria de cosas que ocurrieron hace mucho tiempo y se reivindican con orgullo.
Nuestro reconocimiento a todos los docentes en su día en el recuerdo de alguien que supo sembrar valores, conocimientos y pertenencia sin pedir nada a cambio en lo personal, sabiendo que la cosecha iba a ser colectiva, y ella, una más de tantos que se beneficiarían con ello.
Desde estas páginas aprovechamos la oportunidad para recordar que la comunidad, las calles y los espacios públicos de San Clemente del Tuyú esperan por un merecido homenaje donde se materialice el recuerdo a su aporte social.
Alejandro C Lopez - Faro Noticias
LA SEÑORA DE GALVÁN
* Por Susana Consolino
A través de la vida de una persona, con el paso del tiempo, comienzan a perfilarse quiénes fueron sus maestros. En mi caso creo que desde chica intuí que “mi maestra” era la Señora de Galván. Yolanda Caminos de Galván.
Para hablar con la verdad, ella nunca fue maestra de mi grado.
Pero tuve la suerte, ¡hace tanto tiempo ya que no recuerdo por qué!, la maestra titular de 5to grado, pidió licencia.
Las dos o tres suplentes que se hicieron cargo, duraron muy poco, y la Señora de Galván, que era la directora de la Escuela, nos daba clases casi todos los días.
La recuerdo entrando por la Avenida San Martín, con su delantal blanco, a veces con una camperita negra arriba, con esa figura que tuvo hasta el final de sus días. No muy alta. De tez aceitunada. Cabellos cortos, castaño oscuro. Cara redonda. Diminuta nariz respingada. Y la voz. Su voz era lo que le daba un sello especial. El timbre de voz, aterciopelada, monocorde.
Nunca la escuché gritar, aunque pudiera estar retando al chico más travieso, después de haber hecho la diablura más terrible. Ella nunca gritó. Nunca humilló. Sus palabras siempre parecieron consejos más que retos. ¡Todo un ejemplo!
Muchas veces, cuando la encontraba en los últimos años, hablábamos de educación. Yo tuve un doble privilegio: ella era la Directora de la Escuela N° 3 (hoy escuela N° 1 del Partido de La Costa) durante mi infancia y también lo era en el año 73 y 74, cuando ejercí como maestra de 4to y 7mo grados respectivamente, en el mismo establecimiento.
Y hay algo que se lo dije una y otra vez porque me parecía asombroso: pasaron 30 años desde aquéllos 5to y 6to grados (años 58 y 59) que transité por esta escuelita, cuando ya docente, haciendo cursos de especialización tanto a nivel nacional como internacional, la mayoría de las técnicas y actividades novedosas, yo las había hecho en mi escuela primaria liderada por la Señora de Galván.
Recuerdo haber estudiado los seres vivientes y su medio, hoy se llama ecología. Las hormigas, la maravillosa estructura interna que tiene un hormiguero, parece un castillo feudal. Para ello fuimos hasta el puerto. Todo lo hacíamos observando lo natural, tomando notas, sacábamos conclusiones y luego memorizábamos lo más importante, (esto hoy es llamado método científico).
PIONERA EN EL RESPETO A LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
El amor que siento por mi Patria, por nuestras tradiciones y nuestro folclore creo que se lo debo a dos personas: mi padre y mi maestra, la Señora de Galván.
En la Capital Federal había una sastrería muy famosa que se llamaba “Ñaró“. Es el nombre de un cacique aborigen. Enviamos una carta pidiendo su historia. Y la mandaron.
Así aprendimos cómo se vestían, qué comían, cómo vivían los aborígenes. Hicimos una representación en la escuela que tenía una hoguera en el centro, ya que Ñaró muere trágicamente, quemado. Así nos dimos cuenta que “los indios” conocían, sabían, pensaban, tenían sentimientos: eran personas. Por lo menos yo me di cuenta de que eran personas, porque en aquella época, siendo chicos, cuando hablábamos de los indios, ¿de qué creeríamos que estábamos hablando?
Estando en 6to grado hubo un concurso a nivel municipal de trabajos prácticos. Nosotros hicimos un Patio Criollo. Para eso hubo que buscar información. Y lo hicimos. Tal como puede ser en la realidad. Sólo que a escala reducida.
El rancho fue hecho de adobe y paja. El ombú, con su tronco realizado en corcho y el follaje de algodón, teñido en verde. Hicimos chinas y gauchos. Para eso aprendimos a coser. Hasta un perro y varios caballos atados al palenque tenía.
Y lo llevamos a General Lavalle ya que allí se hacía el certamen por ser la localidad cabecera del partido. ¡A mí me pareció un pueblito tan chico, viejo y extraño! Y la gente salía de las casas y nos miraba. Somos forasteros, nos dijo la Señora de Galván. Hoy sé que Lavalle es un pueblo netamente tradicional y desearía conocer la historia de cada familia, de cada ladrillo...
Por supuesto ganamos el 1er premio.
En otra oportunidad, habiendo formado un Centro Tradicionalista dentro del colegio, le escribimos a un escritor marplatense, Juan Cobo. Le solicitamos nos preparara una obrita corta, un Santos Vega, para representar en teatro.
Participamos todos o casi todos en la obra. Y la emoción más grande la tuvimos cuando llegó el escritor a San Clemente del Tuyú el día del estreno, invitado por nosotros. Aunque no pudo quedarse a ver la representación nos saludó a todos, uno por uno, y nos trajo de regalo, un facón de plata que fue sorteado entre el grupo, y lo ganó Ricardo Altamira.
Nos sentíamos conectados con el mundo... Eran épocas en que el camino era apenas una huella de barro. Si llovía no se podía salir ni entrar al pueblo.
Teníamos radio, a través de la que escuchábamos los programas del momento: Tarzan, Sandokán, a la noche los problemas de “Los Pérez García”, leíamos revistas mejicanas como El Pato Dónald, y argentinas: Billiken y Mundo Infantil, y muchos leíamos el diario.
Yo tuve la suerte de leer toda la colección Robin Hood, en el momento justo: entre los 9 y los 12 años, gracias a que la Señora de Galván había creado la biblioteca dentro de nuestra pequeña escuelita, y nos permitían llevar los libros a casa.
SU PARTICIPACION SOCIAL
En relación a la participación social de la Señora de Galván, podemos decir que comenzó siendo maestra de grado en la Escuela N° 3, en el año 1943. Luego fue Directora, hasta que se jubiló, en 1977.
Entre las obras que impulsó y participó podemos citar:
Escuela N°3 General José de San Martín
Creación de la 1ra biblioteca.
Centro nativista.
Comedor escolar.
Club de Niños Pintores.
Jardín de Infantes.
Inició las gestiones para crear el Bachillerato de Adultos.
Integró la Comisión Pro Fundación de la Parroquia.
Integró la Comisión y donó el busto para el Colegio Ceferino Namuncurá (zona puerto).
Organizó y fue Presidente del Simposio sobre la vida del Payador Santos Vega, con delegaciones de nuestro país y de Uruguay, Paraguay y Brasil, se realizó en el Hotel Águila (charlas y conferencias) y en el Cine Enbassy (bailes folclóricos). Este simposio dio origen al Encuentro Santosvegano de Payadores.
Fue propulsora de la creación del Centro de Jubilados y Pensionados de San Clemente del Tuyú y su primer presidenta.
Fue la idearia del Hogar de los Abuelos, para los mayores que estuvieran desprotegidos.
Organizó las comisiones para crear las Plazas Domingo Faustino Sarmiento y Carlos Gardel.
Dios puso a prueba su fe debiendo soportar el dolor más intenso para un ser humano: la muerte de su pequeño hijo, Ricardo, con tan sólo 10 años de edad (1947).
También sobrevivió a su marido, siendo ella joven aún. Y por último, otro golpe tremendo para una madre, Rubén, el hijo mayor falleció luego de una larga enfermedad en 1999.
Su vida fue de sacrificios, total abnegación, amor al prójimo, intensa preocupación por los niños, los ancianos, y los más desprotegidos, realizando un verdadero accionar en defensa de todos ellos. Fue un verdadero ejemplo de esposa, madre, docente, y ciudadana.
Yolanda había nacido el 19 de marzo de 1915, y falleció el 10 de mayo de 2004.
* Susana Consolino es docente, escritora e historiadora, ha realizado un aporte enorme en el estudio de nuestras raíces y la historia del Tuyú y Ajó. Editora y directora de la revista Voces del Tuyú. Fundadora y coordinadora del Taller Literario El Principito que funciona desde hace más de una década. Entre sus obras literarias figuran: "A mi me lo contaron así", "Esa valija... y otras fantásticas historias". Con los integrantes del taller han publicado "Tres vértices del Tuyú", que incluye cuentos de autores de los tres focos de desarrollo regional: La Costa, Gral Lavalle y Villa Gessel, "Grageas Sanclementinas", y otras antologías anuales de El Principito.
Hacemos extensivo nuestro reconocimiento a Susana, como docente y como persona siempre dispuesta a aportar sus conocimientos a Faro Noticias.