Cultura | 22 abr 2024
DEL CONURBANO PROFUNDO
José | Un relato de Laura Vidal
Un relato de Laura Vidal, tan fuerte, tan real y doloroso, como es el vivir en las barriadas populares del gran Buenos Aires, llenas de Mercedes y de José, que pujan por encauzar sus vidas y muchas veces el devenir les juega una mala pasada. Toda palabra, todo preámbulo a la narración de la historia, queda empequeñecido, por la contundente forma de narrar de la autora.
A José lo veía todos los días en la puerta de su casa tomando mates con mercedes, su mujer.
Los había conocido a ambos en 2019. Ella cocinaba en el comedor que alimentaba a las familias del barrio, incluida la suya.
Les saqué esta foto cuando recibieron su terreno en octubre de 2020. Mercedes soñaba con tener un techo propio. Su ex pareja se había llevado la mitad de sus sueños y a ella le tocaba arrancar de cero.
Mercedes hablaba de su vida y repetía "a mí me pasa de todo". De piba, quedó excluida de su familia y creció acunando la indiferencia de quienes debían cuidarla. Su primer pareja y padre de sus hijos mayores, era violento. Le costó mucho terminar esa relación. Un día, cansada de los golpes, armó sus bolsos, agarró a sus hijos y se fué. Sin saber adonde, sin tener en quien apoyarse. Entre los pocos amigos que tenía estaba José unos años más chico que ella pero con la cabeza bien puesta, repetía Mercedes.
Él fué quien la acompañó en los momentos más difíciles. Unos años más tarde, decidieron formar familia juntos.
Jose salía a bagallar, tomaba el tren en la estación km 34 hasta Haedo, traía la mochila cargada con cosas que la gente le daba, las ponía en condiciones y el fin de semana las vendia en la feria de olimpo y en el barrio. Mercedes había ahorrado unos pesos para armar un kiosquito en la casa, lo pudo sostener unos meses hasta que se hizo difícil reponer mercaderías. Ambos buscaban la forma de salir adelante.
La hija más grande de Mercedes había sido mamá recientemente y como si fuera obra de un destino medio siniestro, tenía una relación violenta con el padre de su hija. Un día se acercó a hablarme, tenía un golpe en el ojo, repetía que se quería separar pero tenía miedo. Se veía el terror en su cara, quería dejarlo pero sabía que iba a ser difícil, la última vez me tiró el auto encima, me dijo. La acompañé a denunciarlo. Estuvo unos días en un refugio para mujeres víctimas de violencia y luego abandonó el lugar. Lo último que supe de ella fue que había regresado a su casa.
Mercedes intercedia siempre por su hija, sabía lo que significaba esa relación y no le importaba decirlo, no se callaba, aunque eso implicara dejar de ver a su hija durante semanas.
No estoy segura de cuánto tiempo pasó desde la última discusión y ya nisiquiera importa. Era viernes, Mercedes había visto a su hija y una vez más había discutido con el padre de su nieta. José intentaba calmar como en otras oportunidades. Pero está vez fue distinto, la discusión subió de tono y José recibió dos tiros, a la vista de todos, con total impunidad.
Las ambulancias nunca ingresaron al barrio. Esta vez no iba a ser la excepción. Esta vez no lo fué.
A José lo cargaron en un auto los mismos vecinos y lo llevaron al hospital. Llegó sin vida.
Esa misma noche, en un mensaje de WhatsApp me avisaban que José había fallecido.
Que increíble lo finita que es la vida. Ayer lo veíamos en la puerta de su casa, con sus hijas y su mujer. Hoy juntabamos plata para el cajón y la corona.
Escribo y siento que así el dolor se comparte.
Escribo y siento que así no queda todo escondido en el interior.
Escribo porque lo conocí a José.
Escribo porque ésta es parte de su historia
Escribo para que sepan quién fue José, aunque ahora ya sea tarde.
Laura Vidal