

Giuliano y Franco Frola son hermanos, amigos, socios y motores del proyecto que busca convertirlos en los creadores de la primera fábrica de durmientes plásticos de la Argentina. La planta está en Monte Cristo, en las afueras de la Ciudad de Córdoba, muy cerca de unas vías que parecería que vigilan todo el trabajo realizado.
Originalmente los durmientes se hacían de quebracho colorado, una madera dura, pero de una especie -hoy- protegida y que tarda hasta 80 años en regenerarse. En el interín se probaron con otro tipo de maderas pero la vida útil resultó menor por lo que se pasó al hormigón. Los nuevos durmientes plásticos irán en lugar de los madera que necesiten ser reemplazados.
Esto es un claro ejemplo de la economía circular. Los plásticos se compran a cooperativas de reciclaje que a su vez son los que reciben y clasifican este tipo de materiales de los residuos domiciliarios o empresariales. Para los 100.000 durmientes, se estima que se reutilizarán 12 millones de kilos de plástico.
A base de testeos, los hermanos Frola probaron distintos tipos de fórmulas hasta lograr lo que necesitaban: un producto resistente compatible con las necesidades de un tren de carga y aprobado por el INTI. ¿Cómo se hace? Se mezclan los ingredientes plásticos en diferentes proporciones, se comprime y se funde en un molde. ¿Cuánto dura? 50 años y con la posibilidad de luego ser reutilizado.
Es decir, no solamente no se están talando árboles para hacer un durmiente sino que también se evita que cientos de miles de plásticos terminen enterrados o flotando en el mar.