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Cultura | 30 oct 2021

MUJER

La cara oculta de la histeria

Histéricas, ¿De dónde viene y qué tan cierto es? Todos alguna vez dijimos, en cierta situación en donde lo que se ponía de manifiesto era una pronunciada contradicción: “es re histérico”, “estoy re histérica”. Pero… ¿Qué es la histeria en realidad?


Por Sol Mazur 

Su descubrimiento data de la antigüedad. Fue descripta tanto por Platón como por el médico Hipócrates.

Un mito de la antigua Grecia relata que el útero deambula por el cuerpo de la mujer, causando enfermedades cuando llega al pecho. De ahí el origen del nombre, ya que histeria proviene del griego hystera, que significa, útero. Pero vayamos un paso más allá.

La histeria femenina era una enfermedad diagnosticada en occidente hasta mediados del siglo XIX. En la era victoriana, era moneda corriente el diagnóstico como tal, a un abanico de síntomas como insomnio, pesadez abdominal, irritabilidad, dolor de cabeza fuerte, entre otros.

Los tratamientos incluían diversas y (hoy muy absurdas) metodologías de cura, masaje pélvico por los médicos, ya que decían que todo era causa de un deseo sexual reprimido. Entonces las hacían llegar a un orgasmo. En ese contexto se denominaba: «Paroxismo Histérico». Otra forma era lavaje vaginal.

Pero Freud, a partir de esta supuesta enfermedad, empezó a desarrollar su conjetura del inconsciente. (¡Y acá podemos escribir diez artículos más!). Fue el principio de lo que hoy conocemos como Psicoanálisis.

 

 

¿Qué es la Histeria?

Es una enfermedad nerviosa que se caracteriza por frecuentes cambios psíquicos y alteraciones emocionales, que pueden ir acompañadas de síntomas físicos como convulsiones, parálisis y sofocaciones. Es un trastorno psicológico que se encuadra dentro de la tipología de las «Neurosis»

La Histeria es mucho más profunda que el famoso "Un día dice tal cosa, ¡otro día otra!"

¿Existe la Histeria Masculina?

Jean Martín Charcot, mentor de Freud, le puso foco entre los años 1865 y 1893 y le dio entidad a la existencia de la histeria masculina. Freud en Viena, intentó convencer de su existencia a la sociedad de medicina en el año 1886, pero no lo quisieron escuchar.

Hoy la Histeria no tiene género, al fin y al cabo, la histeria es un trauma no asimilado, una ansiedad latente que no se sabe cómo canalizar o expresar.

Algo que me lleva de viaje ineludiblemente a un libro de Virginia Woolf, Un Cuarto Propio.

Imaginemos que de repente hoy, año 2021, viene alguien y dice que a partir de ahora, los deseos de las mujeres quedan anulados. Sus vidas sólo serán una cascada de quehaceres domésticos, atender a los hijos en lo que sea que necesiten, y el no derecho a quejarse, preguntar, ni cuestionar. Mucho menos, tener el tiempo, de disfrutar de una lectura, o ni qué hablar, de poder escribir. ¿Te resulta aterrador, asfixiante?

En Un Cuarto Propio, la autora describe, de manera ficcional pero no por ello menos verídico, su época (1929, vigente al día de hoy también) donde reinaba la disparidad de oportunidades entre hombres y mujeres.

En este ensayo, Virginia mueve todas las aguas de un feminismo emergente que lejos estaba del combate en sí, sino que más bien esa obra fue un canto de lucha para sí misma, y para todas las mujeres independientemente de su estirpe o clase social.

Y es que, hablando de que la histeria es un trauma no asimilado, una ansiedad latente que no se sabe cómo canalizar o expresar, no puedo evitar remitirme a la frase que encierra este maravilloso libro Un Cuarto Propio, en donde Virginia, lo resume todo: “Una mujer necesita un cuarto propio, y 500 libras, para poder escribir”

Si bien la reflexión gira en torno a las mujeres como artistas, escritoras, creadoras, y la imposibilidad casi brutal de las mujeres a poder hacerlo -ni siquiera atreverse a soñar con ello-, Woolf esgrime en esas páginas, la bandera de la libertad.

Un cuarto que simboliza la libertad de mente, o de pensamiento, y unas 500 libras que simbolizan el despliegue vasto de una vida en movimiento: físico, material, y por supuesto, en calidad de tiempo y por qué no, espiritual.

Me atraviesa la pregunta entonces, de cómo no habrían padecido la mayoría las mujeres de “histeria”, si no tenían permiso para poder ser libres en su máxima expresión del ser.

Una vida impuesta, embustera, mentirosa, carente de todo sentido, de autoridad sobre sí mismas, de un vacío existencial que si cuesta hoy, en el año 2021, sublimarlo con todo lo que tenemos casi escurriéndose en nuestro día a día, imaginemos esas mujeres, con la ansiedad latente, sin saber cómo, canalizar.

En estos tiempos modernos, lo que rozamos es el extremo. Las mujeres, si bien en muchos aspectos seguimos siendo sometidas al patriarcado reinante y en deconstrucción a cámara lenta, también gozamos de una libertad que a veces no tiene techo. Algo que también, y lamentablemente, nos lleva a la misma ansiedad latente que nos ahoga y oprime de igual magnitud. Cuando existen canales demasiados abiertos, amplios, y bajo nuestro dominio, cuesta creer que todo ese océano puede ser nuestro.

Al fin y al cabo, el vacío existencial, no sabe de tiempos, ni género.

 

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