En la tranquila calle 1, entre 3 y 4, de San Clemente del Tuyú, la fábrica de alfajores Ruta Dulce se ha convertido, desde hace más de una década, en el epicentro del espíritu de Halloween en la ciudad. Todo comenzó en 2008, cuando un grupo de chicos de la escuela se acercó al local y, tímidamente, lanzó la consigna: “¿Dulce o truco?”.

Aquel gesto espontáneo dio origen a una tradición. Los dueños de la fábrica abrieron cajas de alfajores y caramelos para repartir entre los pequeños, sin imaginar que estaban iniciando una costumbre que se mantendría viva hasta hoy. Al año siguiente, los niños regresaron, esta vez disfrazados, y Ruta Dulce volvió a abrir sus puertas, consolidando un ritual que, con el tiempo, contagiaría a todo el pueblo.
Lo que en sus comienzos fue una celebración aislada hoy se ha convertido en un verdadero fenómeno local. Cada 31 de octubre, las calles se llenan de familias disfrazadas, niños recorriendo las veredas y comerciantes que se suman con entusiasmo al festejo. “Parece casi un carnaval”, comentan los vecinos, sorprendidos por el ambiente festivo que se apodera de San Clemente en una época del año que solía ser tranquila.

Este año, Ruta Dulce repartió más de 800 bolsitas de golosinas, reafirmando su papel como pionera y anfitriona de esta fiesta que ya es parte del calendario emocional de la ciudad. Entre calabazas, risas y recuerdos, Halloween en San Clemente tiene un sabor especial —y, sin dudas, ese sabor es dulce.
