

Cuando llega un feriado, los destinos de siempre se repiten en la cabeza: Pinamar, Mar del Plata, Villa Gesell. Pero existe un lugar que, sin hacer tanto ruido, se ganó un lugar en la agenda de quienes buscan algo distinto: San Clemente del Tuyú. Allí, donde la costa se ensancha y la naturaleza todavía respira calma, las playas se combinan con un tesoro inesperado: las termas marinas.
No se trata solo de un balneario más. San Clemente ofrece ese aire familiar y pausado que muchos extrañan en los grandes centros turísticos. Sus termas saladas, ubicadas junto al Faro San Antonio, permiten entregarse a la relajación con el murmullo del mar como telón de fondo. Es una postal única en la Costa Atlántica, donde descanso y salud se encuentran.
El plan se completa con opciones para todos: la Reserva Natural Punta Rasa, para observar aves migratorias y perderse en caminatas entre dunas; el oceanario Mundo Marino, que cada temporada vuelve a maravillar a grandes y chicos; y el clásico muelle de pesca, donde la calma del atardecer se convierte en protagonista.
Llegar es sencillo, ya sea en auto o en micro, y la distancia desde Buenos Aires no supera las cuatro horas. Por eso, San Clemente se presenta como esa escapada perfecta: lo suficientemente lejos para cortar con la rutina, pero lo bastante cerca para hacerlo sin excusas.
En tiempos donde el descanso se vuelve un bien preciado, este balneario bonaerense recuerda que no hace falta ir tan lejos ni resignar el encanto del mar para encontrar un verdadero oasis de calma.