

Dar una mano, visibilizar el trabajo de quienes apuestan al esfuerzo propio y animar a más personas a emprender: ese es el espíritu detrás de historias como la de Panadería Popeye, un microemprendimiento de panificación ubicado en Lugones 265, entre Sopano y Espora, en el barrio Villa Clelia de Mar de Ajó.
“Allá por el 2012 empecé con el microemprendimiento”, cuenta Popeye, el panadero detrás de este proyecto que acaba de reabrir sus puertas. “Mi hija estudió para esto, y yo vengo de la panadería desde los 14 años, es lo que me gusta hacer”, destaca. Tras una pausa de algunos años, decidió volver a encender los hornos y relanzar su negocio. “Volvimos a abrir el día jueves, inauguramos la estrella verde, y ayer ya fue oficial”, relata entusiasmado.
En su local se pueden encontrar facturas a $4.500, pan a $1.900 y productos artesanales como bizcochos, pepas y cuartos a $2.000, con precios pensados para el bolsillo del vecino. “Precios accesibles para la gente, y nada, es mi emprendimiento, precios libres”, señala orgulloso.
Popeye es una figura conocida en el barrio y también en la playa: “Estoy en la Bajada de Libertador y Costanera, ahí llevo casi 30 años con panchos y choclos”, comenta con una sonrisa, dejando en claro su trayectoria y pasión por el oficio.
“Esto me permite trabajar de lo que me gusta, ser independiente”, reflexiona. Y ese mensaje es, quizás, el más importante: mostrar que se puede. Que con esfuerzo, pasión y apoyo comunitario, es posible volver a empezar. Como Popeye, muchos otros pueden animarse a emprender y hacer crecer sus sueños, desde sus barrios, para su gente.