

Una escena dantesca sacudió a Mar del Plata y volvió a encender el debate sobre la creciente violencia delictiva. Un motociclista de 40 años murió decapitado luego de que su cuello quedara enganchado en un cable tensado entre dos árboles, en lo que la investigación considera una trampa mortal armada para robar.
El hecho ocurrió en una calle donde no hay cámaras ni iluminación suficiente. Según los primeros peritajes, el cable habría sido colocado minutos antes del paso del conductor por al menos cuatro personas aún no identificadas. La escena indica que no se trató de un accidente: fue una emboscada premeditada, brutal y cobarde.
Cuando los efectivos llegaron, el cuerpo del hombre ya yacía sin vida, y ni su teléfono ni su billetera estaban presentes. Aunque aún no se descarta ninguna hipótesis, para los investigadores la modalidad del hecho responde a un intento de robo con una violencia inusitada, que terminó en una muerte que horroriza incluso a los más experimentados.
Vecinos de la zona exigen mayor presencia policial, iluminación y cámaras de seguridad, y no descartan movilizarse en los próximos días para pedir justicia. Mientras tanto, la investigación continúa, con foco en identificar a los responsables y determinar si el crimen fue aleatorio o dirigido.