

Una comunidad en silencio, atravesada por el dolor y la impotencia. El fallecimiento de una adolescente de 14 años en Santa Teresita ha dejado una marca profunda en el Partido de La Costa. La joven, que era madre de un bebé de 8 meses, fue hallada sin vida este miércoles en su vivienda. Pese al esfuerzo de su familia por trasladarla rápidamente al hospital, los médicos constataron que ya no presentaba signos vitales.
El caso, que está siendo investigado por la Fiscalía Nº 11 de Mar de Ajó bajo la carátula de "averiguación de causales de muerte", conmueve por su crudeza. La adolescente atravesaba un tratamiento psiquiátrico por un cuadro depresivo, según confirmaron allegados a la familia. Se esperan los resultados de la autopsia para conocer con precisión las circunstancias de su fallecimiento.
Pero más allá de las pericias, la tragedia expone un drama silencioso que atraviesa a miles de jóvenes: la fragilidad emocional, la falta de contención adecuada y el estigma que aún pesa sobre la salud mental.
No es un caso aislado. Según datos oficiales, el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes de 10 a 19 años en la Argentina. Los cuadros de depresión y ansiedad se han multiplicado, agravados por contextos de violencia, desigualdad, maternidades forzadas y una profunda soledad.
Este hecho no solo duele: interpela. ¿Qué señales no se vieron? ¿Qué redes de contención fallaron? ¿Cuántos adolescentes caminan hoy con el mismo peso, sin que nadie los escuche?
La salud mental juvenil debe ser una prioridad política, educativa y social. No puede seguir siendo un tema tabú ni relegado a la buena voluntad de unos pocos profesionales sobrecargados. Es urgente fortalecer dispositivos de prevención en las escuelas, hospitales y espacios comunitarios; garantizar acceso a tratamientos gratuitos y de calidad; y, sobre todo, generar entornos donde hablar de lo que duele no sea sinónimo de vergüenza.
El silencio no salva vidas. Escuchar, acompañar y actuar, sí. Porque cada joven que se apaga sin ser escuchado, nos señala a todos. Y porque la salud mental no espera.