

En tiempos donde el olvido parece acechar incluso a nuestros más grandes referentes, rendir homenaje a Martín Miguel de Güemes se vuelve un acto profundamente necesario. Este martes 17 de junio, en la intersección de Entre Ríos y Mendoza, Santa Teresita recordó al único general de la independencia argentina que murió en combate. Y lo hizo no solo con palabras, sino con presencia, memoria activa y un gesto simbólico: la colocación de una placa conmemorativa en el busto del prócer, donado por la provincia de Salta en 1988.
"Estamos saliendo para la zona sur... muchos no conocen que este busto fue traído con bombos, danzas y guitarras", recordó con emoción Antonio "Nito" Milano, vecino sanmartiniano, en alusión a aquel histórico acto de hace más de tres décadas. Su testimonio es un puente vivo entre aquel pasado y este presente que reclama dignidad histórica. “Argentina reconoció después a Güemes con un monumento en Buenos Aires, pero nosotros ya lo habíamos hecho antes, acá”, remarcó.
Presidido por el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas del Partido de La Costa, el evento contó con la participación de la concejal Adriana Abdala en representación del intendente, además de vecinos y periodistas locales. Como expresó Ariel Quiroz, presidente del Instituto, “queríamos poner en valor este lugar porque muchos ni sabían que aquí estaba el busto de Güemes. Y como dijo Nito, en toda esta región no hay otro monumento que lo recuerde”.
Este homenaje no fue solo una postal nostálgica. Fue, más bien, una reafirmación identitaria. Porque recordar a Güemes no es un mero ritual de calendario: es asumir su legado de resistencia, federalismo y liderazgo popular. Como bien expresó Milano, "San Martín no hubiera podido cruzar los Andes sin Güemes atajando a los realistas en el norte".
Mientras los nombres de las calles del barrio—como Salta, Mendoza o Tierra del Fuego—resuenan con el eco del federalismo que encarnó Güemes, este acto nos interpela: no basta con conmemorar. Hay que difundir, educar y preservar. El Instituto lo entiende: en solo dos años de existencia ya ha desplegado actividades culturales, talleres y actos para recuperar la historia nacional y local.
Por todo ello, el acto de este martes fue mucho más que un tributo. Fue un acto de justicia histórica. Y también, un recordatorio: la patria se construye no solo con el pasado que se recuerda, sino con el presente que se compromete.