Un hecho escalofriante sacudió el corazón de Ostende. La violencia irrumpió en una casa del barrio con la furia más inesperada, dejando una escena que aún estremece a vecinos y autoridades. Deila Jakow, de 69 años, fue hallada muerta con un corte fatal en el cuello, sentada en el interior de su vivienda de la calle Matheu al 1090. Por el crimen, fue detenida su nuera de 18 años, Nicol Castronovo, quien quedó incomunicada y bajo la lupa de una investigación que avanza entre pruebas y versiones cruzadas.

La escena fue descubierta el jueves por la mañana por Carlos Imfeld, yerno de la víctima, quien al ingresar a la casa encontró el cuerpo rodeado de rastros de sangre. La autopsia fue contundente: Deila murió por un shock hipovolémico producto de una profunda herida en el cuello, lo que llevó a caratular el caso como homicidio.

La investigación, a cargo del fiscal David García (UFI N° 5 de Pinamar), comenzó a revelar un complejo entramado familiar y social. Jakow, según relataron vecinos, atravesaba una situación vulnerable, con problemas de alcoholismo y una rutina de conflictos frecuentes con jóvenes del entorno, entre ellas “Nicol” y “Cele”, ambas con antecedentes policiales. Las discusiones eran moneda corriente.

Pero fue una cámara de seguridad, ubicada a pocas cuadras del lugar del crimen, la que aportó un giro decisivo al expediente: el 5 de junio a las 20:30, dos mujeres fueron registradas corriendo cerca del domicilio. Una de ellas fue identificada como Nicol Castronovo, hija de un bombero local y pareja del hijo de la víctima.

El sábado por la tarde, la policía allanó su vivienda en calle Cairo al 1700, donde se incautaron prendas con manchas de sangre que ahora serán peritadas. También se secuestró su celular para reconstruir las horas previas y posteriores al crimen. El fiscal ya solicitó que se convierta su aprehensión en detención formal.

Una postal del drama social que explota puertas adentro

Este crimen no es solo una historia policial. Es también una tragedia familiar que exhibe las grietas profundas del tejido social: violencia, adicciones, vínculos rotos y jóvenes sin rumbo, todo condensado en un caso que involucra a una víctima mayor, frágil, y a una acusada apenas mayor de edad.

¿Qué pasó realmente en la casa de Matheu al 1090? ¿Qué llevó a esa escena tan brutal? Son preguntas que hoy no tienen respuestas claras, pero que interpelan con crudeza a una comunidad entera.

Mientras tanto, Ostende permanece en estado de shock. En silencio, esperando justicia.