

En una época en la que muchas veces se cuestiona a las nuevas generaciones por su apatía o desconexión con el entorno, Mateo y Benjamín, dos adolescentes de apenas 13 años, nos dan una lección de coraje, empatía y compromiso con el otro. Sin pensarlo dos veces, se lanzaron al agua helada del mar de Villa Gesell para rescatar a un hombre que había quedado a la deriva tras caer de su kayak, y cuya vida pendía de un hilo.
Su accionar no solo fue valiente, fue ejemplar. Sin preparación formal, pero con un temple admirable, lograron lo que pocos adultos hubieran hecho en esas circunstancias: actuar con determinación y eficacia ante una emergencia.
En medio del mar embravecido, con oleaje y temperaturas adversas, estos chicos demostraron que la solidaridad no tiene edad. Por eso, el reconocimiento del intendente Gustavo Barrera al nombrarlos Ciudadanos Ilustres es mucho más que un gesto simbólico: es una forma de poner en valor las acciones que construyen comunidad y que inspiran.
Que esta historia no quede solo en una anécdota viral o en una distinción oficial. Que sirva para recordar que los verdaderos héroes muchas veces no llevan capa, ni uniforme. A veces, solo llevan una tabla de bodyboard y un corazón enorme.